El Altillo

En los antiguos terrenos de la hacienda de San José El Altillo, se conserva el casco de la hacienda, y se ha construido una iglesia moderna, la Soledad del Altillo. Los terrenos fueron un poco más elevados que los alrededores (de ahí el nombre), y fueron elegidos en el siglo XVIII por los Marqueses de Aguayo, don Agustín de Echevez y Subizar y doña Francisca Valdés y Alceaga como base en la capital, aunque poseían propiedades y fueron gobernadores en la provincia del Nuevo Reino de León. La hacienda incluía terrenos de frutales y magueyes. En 1949, la propietaria de entonces donó la propiedad a los misioneros del Espíritu Santo.

Ellos encargan en 1957 a dos maestros de la arquitectura mexicana moderna, Enrique de la Mora y Félix Candela, de concebir una iglesia compacta pero amplia: una sorprendente construcción con un techo ligero de concreto reforzado en forma de silla parabólica, que se ha convertido en uno de los íconos de la arquitectura mexicana del siglo XX. El techo está suspendido en una columna delgada en forma de una cruz símbolo de la orden. Entrando, se nota que el altar central, rodeado de sillas, y los amplios vitrales modernos que cubren la mitad del muro y dan la impresión que el techo está volando. Los arquitectos lograron crear un espacio íntimo y acogedor, casi místico.

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