Castillo de La Roche-en-Ardenne

Cada castillo tiene su leyenda. También este. En el siglo XI, el señor de La Roche solo tenía una hija que podía heredar su poder y fortuna. Berthe de La Roche era el nombre de la mujer a quien se le atribuía una belleza excepcional. Tenía pretendientes en abundancia. Para señalar a su futuro yerno, su padre organizó un torneo de caballeros en el castillo de La Roche. No solo de las Ardenas, sino también de la Condroz, la región de Lieja, Henao y Haspengouw, hombres se ofrecieron para probar su suerte. Uno de ellos era Waleran, el hijo mayor del conde de Montaigu. Eso era sorprendente, ya que ya se había comprometido con Alix de Salm. Sin embargo, luchó con fervor hasta la última ronda del torneo para conquistar la mano de Berthe. Entonces, apareció de manera inesperada un caballero desconocido vestido de negro en el patio del castillo. Era pequeño y delgado, casi un niño, y llevaba una ligera armadura. El inesperado retador provocó una risa en Waleran, pero en la lucha tuvo que ceder. Cuando cayó al suelo con un estruendo de hierro, el caballero negro sacó un cuchillo delgado de debajo de su yelmo y le cortó el cuello.

La decisión estaba tomada. El feliz padre llevó a la pareja a la habitación nupcial, pero a la mañana siguiente no aparecieron. Preocupado, golpeó su puerta. Poco después, la novia fue encontrada en el foso del castillo, había sido apuñalada. Poco a poco se hizo evidente que el misterioso caballero no era otro que Alix de Salm, que se había disfrazado de hombre para vengarse de la esposa de su antiguo prometido. Para poder llevar a cabo su expedición de venganza, había vendido su alma al diablo. Desde entonces, el espíritu de Berthe de la Roche vaga errante.

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